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El tren maya avanza a pasos agigantados

Actualizado: 14 dic 2023




Un mega proyecto que promete revolucionar la región

"El Tren Maya es el proyecto de infraestructura, desarrollo socioeconómico y turismo más importante del presente sexenio"

De acuerdo a las últimas actualizaciones del gobierno federal, la construcción completa del tren maya estará culminada en diciembre del 2023, a tiempo para iniciar operaciones.


Tramo norte prácticamente terminado

El tramo 1 que corre de Palenque a Escárcega avanza con buen ritmo y se espera concluya durante el último trimestre de 2023. Este trayecto de 228 kilómetros será vital para agilizar el transporte de mercancías y personas en la zona.


Asimismo, en el tramo 2 de Escárcega a Calkiní solo restan pequeños detalles. Esta parte del proyecto contempla la edificación de viaductos, túneles y la vía férrea donde transitará el convoy.

“Trabajamos para que los vagones del tren puedan transitar de forma segura y sin contratiempos”

Impacto ecológico mínimo

Si bien una obra de esta envergadura inevitablemente altera el paisaje, el gobierno federal se ha encargado de supervisar que el impacto ecológico sea mínimo.

Se respetaron cenotes, ríos subterráneos y se tomó en cuenta la opinión de expertos para trazar la ruta. Asimismo, se reforestarán las zonas intervenidas para compensar la tala de árboles.



Beneficios económicos y sociales

Con la entrada en operación del tren maya se incentivará el turismo, fuente vital de ingresos en Quintana Roo y Yucatán. Locales y extranjeros podrán visitar de forma rápida y cómoda atractivos como Chichén Itzá, Tulum, Palenque, Uxmal y Calakmul.

“Los hoteles y prestadores de servicios turísticos nos han expresado su beneplácito por el proyecto que traerá más visitantes a la zona”

Asimismo, se generarán al menos 300 mil nuevos empleos entre directos e indirectos. Los estados con menor desarrollo económico, como Campeche y Quintana Roo, serán los más beneficiados.


En cuando a carga, el tren permitirá un traslado eficiente de mercancías y materias primas de la península hacia el resto del país y viceversa. Esto fomentará el comercio, abaratará costos para empresas y estimulará la producción local.


El Tren Maya avanza a pasos agigantados

Con más de mil 500 kilómetros de vías projetadas a través de cinco estados del sureste mexicano -Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo-, el Tren Maya se posiciona como el proyecto ferroviario más ambicioso de las últimas décadas en América Latina. Y pese a los obstáculos financieros, sociales y ambientales pronosticados, su construcción marcha sorprendentemente rápida, contra viento y marea. ¿Qué factores explican esta velocidad de ejecución sin precedentes?


Ritmo acelerado de obra

Mientras que otras megaconstrucciones de infraestructura en México han sufrido cancelaciones, demoras o modificaciones sustanciales ante cambios de gobierno, el Tren Maya parece tener vida y dirección propias, avanzando con celeridad incluso por sobre poblados o áreas ambientalmente sensibles. Sus más de 900 frentes de obra repartidos a lo largo del trayecto marcan un ritmo inaudito de detonaciones, excavaciones, rellenos y colocación de balasto que no cesa.


Financiamiento garantizado

Parte fundamental para entender este paso firme es el flujo constante de recursos financieros, lejos de los estrangulamientos presupuestales que limitan a otras dependencias públicas. Con un esquema de inversión direta de secretarías federales, el Tren Maya consolida cada año del orden de 40 mil millones de pesos para continuar su marcha, prácticamente blindado ante recortes, lo cual brinda certidumbre a las constructoras.


Gestión centralizada

Otro factor de agilidad ha sido la creación del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) como cabeza visible del proyecto, con capacidades para coordinar decenas de empresas y miles de trabajadores bajo una visión unificada, con metas claras de kilómetros de vía por mes. Esta gestión centralizada, de corte empresarial, es garante de coherencia, dinero siempre disponible y resolución rápida de imprevistos.


Primer tramo favorece avance continuo

La primera fase del Tren Maya en realidad ha sido la de menor complejidad al discurrir sobre terrenos mayormente planos y relativamente deshabitados del interior peninsular. Ello ha permitido un despliegue ordenado de maquinaria sin mayores obstáculos, sentando las bases de operación para los tramos más accidentados y poblados que vienen rumbo a Cancún. Como un convoy que va acumulando vagones, este proyecto avanza.


Simplicidad estratégica

Lejos de los debates conceptuales y diseños interminables que suelen rodear las grandes obras públicas, el Tren Maya se caracteriza por un enfoque sumamente pragmático y acotado: va de punto A a punto B por la ruta más directa, rápida y factible, sin mayor filigrana. Esta simplicidad operativa centrada en conectar polos turísticos, sin pretensión alguna de alta velocidad ni complejas ingenierías, es parte medular de su celeridad actual.


Competencia entre constructoras

Otro aspecto que ha sido determinante para el ritmo de obra son los contratos multimillonarios que se reparten entre poderosos consorcios mexicanos con amplia experiencia en grandes proyectos de infraestructura. Lejos de acomodarse como proveedores únicos del gobierno, estas firmas compiten por entregar tramos funcionales en el menor tiempo posible, pues de ello dependen sus utilidades e imagen empresarial.


Mano de obra sureña

Inicialmente se pensó que la construcción del tren inyectaría dinero a las economías locales al emplear mano de obra de las comunidades cercanas. Sin embargo, la relativa escasez de experiencia en proyectos ferroviarios y la premura de tiempos obligó al reclutamiento masivo de cuadrillas especializadas foráneas, en detrimento del empleo para pobladores, pero acelerando los trabajos significativamente.


Máquinas de última generación

Mucho se ha difundido en redes sociales el desfile interminable de imponentes excavadoras, tractores oruga, autogrúas y volquetes que transitan de día y noche transportando acero, durmientes de concreto y miles de toneladas de balasto a lo largo de la ruta del Tren Maya. Esta monumental mecanización, impulsada por diésel y electricidad, es también protagonista del veloz avance físico del proyecto sobre el terreno.


Cooperación de fuerzas armadas

Más allá del músculo financiero y la coordinación logística, otro factor que posibilita la velocidad de ejecución son los miles de elementos desplegados de las fuerzas armadas mexicanas, encargados tanto de tareas de seguridad en la extensa zona de obras como del apoyo directo en trabajos de desmonte, relleno y construcción civil, aprovechando su amplia experiencia en labores de ingeniería y su cultura de gestión centralizada enfocada a objetivos.


Objetivo político detrás

Finalmente, como en toda gran obra impulsada directamente desde la presidencia de la república, no pueden desdeñarse los incentivos políticos que alimentan el acelerado ritmo de trabajo en el Tren Maya. Cumplir el objetivo de inaugurar el servicio ferroviario en el sureste antes de que termine el sexenio actual parece más un imperativo simbólico que una meta técnica. Ello se refleja en la «fiebre constructora» actual.

Y los obstáculos?


Cualquier analista medianamente objetivo se preguntará, frente al inusitado paso firme que lleva el Tren Maya sobre el terreno, cómo es posible que los pronósticos de activistas y expertos sobre enormes barreras ambientales, técnicas, financieras, jurídicas y sociales no hayan mermado casi en nada el ímpetu del convoy ferroviario sobre la península.

La respuesta podría estar justo bajo los rieles: el tren simplemente avanza sobre estructuras elevadas varios metros sobre el nivel de terreno.


Los temidos pantanos, comunidades y yacimientos arqueológicos permanecen intocados... por ahora. No se descarta que más adelante, camino a Cancún, la locomotora encuentre verdaderos muros que frenen o alteren dramáticamente su vertiginosa carrera contrarreloj.

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