El majestuoso Tren Maya serpentea a través de la exuberante selva del sureste mexicano. A bordo, los pasajeros disfrutan de las espectaculares vistas de la naturaleza mientras se dirigen a uno de los sitios arqueológicos más impresionantes de México: la antigua ciudad maya de Chichén Itzá.
Tras varias horas de placentero viaje, el Tren Maya finalmente arriba a la pequeña estación de Pisté, ubicada a tan solo 2 kilómetros de la mundialmente famosa zona arqueológica. Los pasajeros descienden entusiasmados, sabiendo que están a punto de sumergirse en los fascinantes vestigios de una de las civilizaciones más avanzadas de la antigüedad.
Al salir de la estación, un guía turístico local aborda amablemente a los viajeros para ofrecer sus servicios. Su vasto conocimiento sobre la historia y cultura maya enriquecerá sin duda la visita. Tras contratar sus servicios, el grupo aborda una combi climatizada que los traslada al parque en cuestión de minutos.
La primera visión de la imponente Pirámide de Kukulkán es simplemente impresionante, provocando expresiones de asombro entre los presentes. Con 79 pies de altura, esta construcción constituye el edificio más emblemático del recinto. Según la mitología maya, está consagrada al dios serpiente Kukulkán, uno de sus principales deidades.
El guía conduce al grupo hacia la escalinata norte de la pirámide. Mientras ascienden los 91 peldaños, les explica que cada una de las 4 caras tiene 91 escalones, lo cual sumando los 364 de la pirámide más la plataforma superior, totalizan los 365 días del año solar maya. ¡Increíble!
Al llegar a la cima tienen una vista espectacular de la impresionante cancha del juego de pelota, donde según cuentan las leyendas, los capitanes de los equipos disputaban un emocionante juego ritual con graves consecuencias para los perdedores. El guía también señala el observatorio astronómico conocido como El Caracol, del cual los sacerdotes mayas interpretaban los designios del cosmos.
Descendiendo de la pirámide, el recorrido continúa hacia el Cenote Sagrado, un impresionante sinkhole de piedra caliza con un lago subterráneo que los mayas consideraban la entrada al inframundo. Allí arrojaban ofrendas valuosas para los dioses durante ceremonias especiales. También pasan frente al imponente Templo de los Guerreros con sus enormes columnas rematadas con figuras de guerreros talladas, y finalmente llegan al Mercado, que era el centro comercial de la antigua ciudad.
Para cuando la fascinante excursión llega a su fin, los pasajeros tienen una apreciación mucho mayor de la grandiosidad de esta cultura desaparecida y el ingenio de sus avanzados conocimientos de astronomía, matemáticas y arquitectura.
De vuelta en la estación de Pisté, los viajeros abordan nuevamente el Tren Maya para continuar su travesía. En el camino de regreso a la terminal inicial, conversan entusiasmados sobre las diferentes teorías en torno a los mayas, los intricados secretos que aún guardan muchos de sus majestuosos templos y lo afortunados que se sienten de haber sido testigos de primera mano del esplendor de Chichén Itzá. Sin duda ha sido una experiencia inolvidable que recordarán por el resto de sus vidas.
Aquí tiene más contenido sobre un recorrido por Chichén Itzá en el Tren Maya:
Actividades en Pisté antes de abordar el tren de regreso:
Tras su fascinante recorrido por la zona arqueológica de Chichén Itzá, los pasajeros aún tienen algo de tiempo antes de abordar nuevamente el Tren Maya para continuar su travesía. El pequeño pueblo de Pisté, situado a solo 2 kilómetros, ofrece algunas interesantes opciones para aprovechar esas horas:
Visita al Eco Museo del Cenote Sagrado: Este curioso museo, ubicado a tan solo 100 metros de la estación de tren, contiene varias salas con información sobre la formación geológica de los cenotes en la región, su importancia para los mayas y las conexiones subterráneas entre Chichén Itzá y otros sitios ceremoniales. Una buena oportunidad para complementar la visita arqueológica.
Recorrido en bici por los alrededores: Es posible alquilar bicicletas justo en la estación de Pisté. Pedalear por los alrededores permite apreciar el bello paisaje y la vida rural de las comunidades mayas contemporáneas, en un ambiente de tranquilidad único, lejos de las multitudes turísticas.
Degustación de platillos locales: El pueblo cuenta con algunos pequeños restaurantes que sirven sabrosos platillos de la gastronomía yucateca, como cochinita pibil, papadzules o salbutes, elaborados según tradiciones culinarias pasadas de generación en generación desde tiempos ancestrales.
Visita al taller de hamacas del Gran Poc Chuc: Esta pequeña fábrica familiar ubicada frente a la estación, permite observar el proceso artesanal de tejido de las tradicionales y coloridas hamacas yucatecas. Los pasajeros pueden aprovechar para llevar un típico recuerdo de su paso por Pisté.
Descripción del regreso a bordo del Tren Maya:
Luego de la agradable interlude en Pisté, ha llegado el momento de abordar nuevamente el Tren Maya para emprender el viaje de regreso. Los pasajeros suben a los modernos vagones ferroviarios, apreciando la comodidad de los amplios asientos diseñados para disfrutar del paisaje.
A medida que el tren se aleja de la pequeña estación, los viajeros tienen una última vista de la majestuosa Pirámide de Kukulkán, destacando por sobre el verde follaje de la selva. El suave traqueteo del tren acunado por el trinar de las aves crea un ambiente relajante.
Algunos aprovechan para echar una siesta reparadora. Otros prefieren mirar el paisaje por la ventana mientras conversan y toman fotografías. También pasan junto a pintorescas localidades mayas, observando la vida cotidiana de sus pobladores.
Luego de varias horas de plácido viaje entre la exuberante vegetación de la región, finalmente el tren arriba nuevamente a la estación inicial, poniendo fin a la jornada. Los pasajeros descienden entusiasmados, con un nuevo aprecio por las maravillas culturales y naturales que este majestuoso ferrocarril les ha permitido explorar.