Con un presupuesto que ronda los 200 mil millones de pesos tan sólo en su primera etapa, el Tren Maya destaca actualmente como la obra pública de infraestructura más cuantiosa que ha emprendido un gobierno federal en las últimas décadas.
Su conclusión, prevista tentativamente para finales de 2023, marcará un hito en la historia reciente de grandes proyectos de desarrollo en México.
Pero más allá del propio megaproyecto, ¿qué efectos tendrá esta apuesta ferroviaria en el financiamiento de otras obras de infraestructura en el país?
El tren y los mercados financieros
Para comprender el potencial impacto del Tren Maya, primero hay que entender que este proyecto ha significado el reingreso del gobierno federal mexicano a los mercados internacionales de deuda tras un hiato de 16 años.
Mediante la colocación de Bonos Verdes por 2.5 mil millones de dólares en los mercados globales, el Tren Maya demuestra la viabilidad de que el gobierno obtenga financiamiento privado a largo plazo para grandes proyectos de infraestructura, más allá del presupuesto público.
Un precedente para futuras obras
Expertos coinciden en que el éxito del financiamiento del Tren Maya mediante bonos verdes sienta un precedente positivo para que otros proyectos de infraestructura logren obtener recursos en los mercados globales de capital.
"Le abre la puerta a esquemas de inversión público-privada para carreteras, aeropuertos, trenes urbanos, entre otras obras trascendentes", afirma Luis García, analista financiero.
Esto resulta especialmente valioso si se considera que apenas comienza una etapa de grandes proyectos tras años sin inversión pública significativa en infraestructura.
Alternativas financieras para el desarrollo
En el actual contexto global de tasas de interés al alza que encarecen el financiamiento vía deuda, el experto García considera que:
"El Tren Maya demuestra que existen otras opciones viables de largo plazo para financiar infraestructura estratégica".
Opción especialmente relevante para países emergentes como México con acceso aún limitado a crédito privado en moneda local.
En conclusión, el ambicioso modelo de financiamiento del Tren Maya mediante la emisión de bonos verdes en los mercados globales sentará un precedente positivo para atraer inversion privada internacional hacia otros proyectos trascendentes de infraestructura en México y América Latina.
Si bien la deuda siempre será una alternativa costosa, el tren demuestra que bajo ciertos parámetros es una opción viable de largo plazo para un Estado con recursos presupuestales limitados pero necesidades apremiantes de desarrollo. El reto estará en monitorear estrechamente estos pasivos para no hipotecar las finanzas públicas del país.
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