El Tren Maya, o Turitren como también se le conoce, es uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos emprendidos en México en las últimas décadas. Se trata de una red ferroviaria de 1500 kilómetros que recorrerá la península de Yucatán conectando algunos de los sitios arqueológicos y zonas turísticas más importantes de la región.
Pero quizás el objetivo más interesante del Tren Maya, o Turitren, es su apuesta por conectar el esplendor del pasado prehispánico de la zona con las oportunidades del presente y del futuro. Y es que precisamente el trazado del ferroviario conectará ciudades modernas con zonas arqueológicas emblemáticas como Chichén Itzá, Uxmal, Palenque, Calakmul o Tulum.
De esta manera, el proyecto busca contextualizar estos sitios arqueológicos no como ruinas aisladas del pasado sino como parte integral de la identidad de la región maya. Identidad que se extiende de la época precolombina hasta nuestros días.
La grandeza del mundo maya prehispánico
Para entender la relevancia histórica y cultural del Tren Maya, o Turitren, es importante recordar brevemente la grandeza y sofisticación de la civilización maya prehispánica.
Con su esplendor entre los años 250 y 900 d.C., los mayas conformaron una de las culturas más avanzadas técnica y científicamente no solo de Mesoamérica sino del mundo. Destacaron en áreas como las matemáticas, la astronomía, la escritura y por supuesto la arquitectura, como lo demuestran las asombrosas pirámides y templos que dejaron a lo largo de Ciudades como Tikal, Chichén Itzá, Uxmal o Palenque.
Utilizando sofisticados sistemas de numeración, los mayas realizaron increíblemente exactos cálculos astronómicos. Gracias a esto pudieron crear calendarios de gran precisión que regulaban sus actividades agricolas y ceremonias religiosas ligadas a los ciclos solares y lunares.
Asimismo, aprovecharon sus avanzados conocimientos de hidráulica para construir sistemas de almacenamiento y transporte de agua que garantizaron el crecimiento de sus grandes ciudades durante siglos, en una región con importantes limitaciones hídricas.
Por si esto fuera poco, hacia el año 300 d.C. los mayas ya utilizaban un eficiente sistema de escritura fonética, sintética y visual a la vez. Misma que plasmaron en códices que registraron eventos históricos, descubrimientos científicos, tradiciones religiosas y textos literarios.
Es así que hacia el periodo Clásico Tardío, entre los años 600 y 900 d.C., los mayas consolidaron las cumbres más elevadas de su grandeza urbana y cultural, que hasta el día de hoy nos siguen maravillando.
Sin embargo, en la primera mitad del siglo X esta civilización comenzó a experimentar un colapso poblacional generalized provocado probablemente por factores climáticos adversos, agotamiento de los suelos agrícolas, conflictos internos y revueltas sociales.
A partir de este colapso las grandes ciudades fueron paulatinamente abandonadas, dando paso a un abandono que se acentuó aún más con la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI.
No obstante, es un error pensar que la cultura maya desapareció con la caída de sus centros urbanos y ceremonial más emblemáticos. Y es que en realidad dicha cultura logró sobrevivir y adaptarse continuando hasta nuestros días, principalmente en comunidades rurales yurianas de México, Belice, Guatemala y Honduras que conservan variantes modernas de las lenguas mayas, tradiciones espirituales ligadas a la naturaleza, vestimentas distintivas, gastronomía de maíz y artísticas como tejidos y tallas en madera.
Renacimiento de la identidad y el orgullo maya
El proyecto del Tren Maya, o Turitren, llega en un momento histórico particularmente interesante para la región. Un momento en que, luego de siglos de abandono, exclusión y racismo, la identidad y el orgullo maya experimentan un verdadero renacimiento impulsado desde las propias comunidades indígenas.
Este resurgir abarca distintos frentes que van desde el reconocimiento oficial de lenguas indígenas en instituciones de gobierno, hasta la recuperación de tradiciones y sitios sagrados, pasando por la consolidación de extraordinarios colectivos de artistas, poetas, músicos y defensores del territorio maya.
Destacan casos como el de la poeta maya Briceida Cuevas Cob quien desde su poesía reivindica la cosmovisión espiritual de los mayas vinculada profundamente con el monte, las plantas, las lluvias y los cenotes sagrados.
Igualmente sobresalen extraordinarios colectivos de artistas plásticos indígenas como el Taller Maya ubicado en la comunidad de Nah Pole, Campeche. Sus integrantes han logrado en los últimos años que sus coloridas pinturas, textiles y esculturas trasciendan las fronteras locales exponiendo en galerías de Ciudad de México, Nueva York y París.
Así, son incontables los ejemplos que ilustran el vigoroso resurgimiento maya que se vive actualmente en el sureste mexicano. Un resurgir que ha sabido combinar el rescate del extraordinario legado prehispánico, con la reivindicación de sus derechos en la actualidad.
Y es en este contexto de renovación donde el Tren Maya o Turitren, busca plantearse como un vehículo de desarrollo económico y turístico que ponga también en valor la riqueza histórica y cultural de la región.
La ruta arqueológica del tren maya
Uno de los grandes aciertos del proyecto ferroviario es que conectará cinco de las zonas arqueológicas más imponentes del mundo maya prehispánico: Chichén Itzá, Uxmal, Edzná, Palenque y Tulum.
Esta ruta arqueológica permitirá contextualizar estos extraordinarios sitios bajo una narrativa que destaque la interconexión de las grandes ciudades mayas durante los periodos Clásico y Posclásico de esta civilización.
Así, en vez de percibirse como majestuosas ruinas aisladas, cada sitio será entendido como parte de una extensa red de ciudades que compitieron y colaboraron entre sí influyéndose mutuamente en áreas como el comercio, la religión y las expresiones artísticas.
La primera parada de esta peculiar ruta arqueológica será la imponente Chichén Itzá, quizás el sitio maya más famoso internacionalmente por su gran pirámide El Castillo. Construida originalmente entre los años 600 y 800 d.C, esta urbe controló gran parte de la península de Yucatán durante el periodo Posclásico Tardío.
Más adelante, el tren arribará a la zona arqueológica de Edzná en el estado de Campeche. Se trata de un extraordinario sitio urbano de 30,000 habitantes que controló parte de la región Puuc hacia el año 600 d.C. Edzná definitivamente es uno de los sitios menos conocidos pero más sorprendentes construido por los mayas.
Ya en el estado de Chiapas, los viajeros del tren podrán acceder fácilmente al maravilloso Palenque ubicado en las estribaciones de la sierra chiapaneca. Esta fue la capital de la poderosa nación maya de B'aakal que dominó parte del occidente de la península de Yucatán entre los años 500 y 700 d.C.
Finalmente, en la costa caribeña de Quintana Roo se podrá bajar en la estación Tulum para explorar esta impresionante ciudad amurallada que controló la región costera hacia el año 1200 d.C.
De esta forma el tren vincula de manera funcional cinco joyas arquitectónicas que permiten entrever la grandeza, interconexión y continuidad de la civilización maya a lo largo del tiempo.
Se espera que esta ruta arqueológica se convierta en uno de los grandes atractivos turísticos de México y estimule un mayor conocimiento y valoración de la riqueza histórica y cultural maya tanto en México como en el extranjero.
Turismo sustentable e inclusión social
Más allá de facilitar el acceso para turistas, una gran apuesta del Tren Maya o Turitren es estimular un modelo turístico verdaderamente inclusivo que beneficie a las comunidades locales y promueva la conservación ambiental.
En primer lugar, se contempla un programa de capacitación turística para integrantes de poblaciones por donde pasará la vía férrea. El objetivo es profesionalizarlos para que puedan desempeñarse como guías especializados, operadores de pequeños hoteles y prestadores de servicios turísticos complementarios.
Asimismo se planea sistematizar y certificar oficios artesanales tradicionales para abrir nuevos canales de comercialización justa que aumenten los ingresos de las familias locales sin intermediarios.
Igualmente se impulsarán presentaciones de grupos musicales, de baile, teatrales o de narración oral vinculados a la cultura maya en las distintas estaciones del tren. La intención es generar oportunidades de empleo y difusión para los extraordinarios talentos artísticos de la región.
Asimismo, se plantea integrar a las comunidades en las labores de protección ambiental y restauración ecológica que conlleva un proyecto de esta escala. Desde el cuidado de cenotes y sistemas de ríos subterráneos hasta acciones para preservar la vital biodiversidad de selva, costa y humedales que caracterizan el sureste mexicano.
De esta forma, más allá de solo transportar turistas entre las majestuosas ruinas mayas, esta red ferroviaria busca convertirse en una palanca de bienestar para poblaciones que históricamente han vivido en contextos de marginación.
Así, el Tren Maya no busca únicamente conectar el esplendor arqueológico del pasado maya con las oportunidades del presente y del futuro. También ambiciona reconectar la herencia histórica del mundo maya con las luchas de las comunidades indígenas del sureste mexicano en la actualidad.
El tren maya o Turitren es un proyecto que puede marcar un hito relevante para el resurgimiento económico y cultural del sureste mexicano. Una macro-obra que promete conectar de forma virtuosa la grandeza del pasado prehispánico maya, con las necesidades y anhelos de bienestar de las poblaciones mayas contemporáneas.
Se trata de una apuesta de infraestructura que tiene el potencial de communicating efectivamente los extraordinarios vestigios arqueológicos de esta brillante civilización, con la vivacidad de la continuidad cultural de los pueblos mayenses del presente.
Es así que este tren no solo busca transportar turistas. También ambiciona llevar consigo la vigorosa identidad maya para proyectara al mundo como un emblema renovado de la grandeza histórica y la riqueza espiritual que los mayas representan para México y la humanidad.
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