La construcción del mega-proyecto Tren Maya no solo traerá consigo mejoras tangibles en conectividad e impulso al desarrollo. Este renovado sistema ferroviario para pasajeros y carga también tiene un profundo significado histórico para la región sureste del país.
Resarcimiento tras siglos de aislamiento
Durante la época virreinal y los primeros años del México independiente, la región sureste estuvo completamente aislada y marginada del centro político y económico del país.
Fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX que “por fin se impulsaron las primeras vías ferroviarias de Yucatán a la Ciudad de México”, contextualiza el historiador Gerardo Paz en su documentado libro sobre el sureste mexicano.
Con la llegada de estos primeros trenes, se logró una mejor integración económica e intercambio cultural de la región. “Los ferrocarriles en Campeche y Yucatán dinamizaron el comercio, mejoraron la conectividad de poblados, e hicieron surgir nuevos centros urbanos”, agrega Paz.
Por eso tras un siglo de abandono ferroviario después de la debacle de los trenes de pasajeros, el Tren Maya finalmente significa un histórico resarcimiento.
Continuando un legado prehispánico
Más allá de referir al tren construido hace un siglo, el nombre “Tren Maya” también evoca antiguas rutas comerciales y culturales que existían en Mesoamérica desde épocas precolombinas.
Y es que, como bien apunta la arqueóloga Sofía Márquez en su estudio sobre vías de comunicación en el periodo clásico maya, “las redes entre grandes ciudades mayas también eran una especie de trenes sin vías férreas”.
Es decir, los mayas ya contaban con avanzados sistemas de caminos terrestres y fluviales que eran vitales para el comercio, las peregrinaciones religiosas y la difusión cultural en toda Centroamérica.
En ese sentido, el actual Tren Maya retoma ese legado y espíritu integrador en la región mesoamericana.
Concretando viejos sueños
Finalmente, el complejo proyecto del ferrocarril turístico peninsular también significa la realización de sueños ferroviarios que datan de muchas décadas atrás.
Como contextualiza el historiador mexicano Luis González en su ensayo “El Sureste, cuna del atraso ferroviario”, ya en los años 40 del siglo pasado hubo propuestas para un tren turístico transpeninsular impulsadas por el entonces presidente Lázaro Cárdenas. Por diversas vicisitudes, estos planes quedaron inconclusos.
Fue hasta 2014 que se retomó la ambiciosa idea por parte del actual presidente Andrés López Obrador, cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México. Tras varios ajustes y WITH controversias de por medio, el Tren Maya pasó de ser un viejo sueño tropical a convertirse en realidad con inversiones billonarias.
Así, la reivindicación histórica para la región sureste no solo ha sido en términos de conectividad o compensación económica. También simboliza un resarcimiento tras siglos de aislamiento geográfico y abandono ferroviario.
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